El caudal de las letras

PERO TÚ NO TE ATREVES Me gustaría ver esa sonrisa,  que se te escapa cuando me lees y cuando tú me contestas, cuánto me quieres. Me gustaría acortar la distancia, salir de estas cuatro paredes, para volar a tu lado, si es eso lo que quieres. Soñar con el infinito, de esos ojos que me pierden y llenar de besos tu boca, bajo esa luna que se enciende. Me gustaría...  pero no se puede,  acariciar las estrellas,  en una noche de nieve.  Me gustaría... tú ya me entiendes, beber la esencia de tu cuerpo, cuando se enciende. Y junto al fuego del hogar,  unir nuestras pieles,  para después hablar,  pero tú no te atreves. 

EL BAÚL  Como en un baúl de viejos recuerdos,  el olor de las cosas es uno de ellos.  ¿Cómo huele la lluvia?  ¿A qué sabe el deseo?  ¿Cómo son tus sueños?  Todo está ahí y depende del momento.  ¿Cómo sabe mi piel o mis rincones?  Sabe al deseo que despiertes con tus caricias, palabras o emociones.  Y aunque la lluvia siempre será esa amalgama de olores. Mezcla de humedad, polen y tierra.  Ese aroma tierno y relajante.. tu piel me intriga porque como digo,  en cada momento tendrá un aroma y un sabor distinto.  Pero seguro... que siempre, con el ingrediente del deseo.

A mi amada madre, que quiero tanto. Se lo digo y solo ríe.  CUANDO LA LUCIÉRNAGA SE ENCIENDE  Con la sonrisa en sus ojos,  despierta cada día,  su gesto amable y bondadoso,  la acompaña en su vida.  Solo mira y sonríe,  ha olvidado que decía y con gestos te dice,  hay un pajaro, mira mira.  Una luciérnaga se enciende,  en su memoria dormida,  y arranca a hablar,  pero otra vez se le olvida.  Parece que lo entiende,  ella ríe si la miras y agarra mis manos, que ahora están frías. Su mirada distraída, parece que este pensando, ¡ay lo que daría! por entrar en su cabeza,  solamente por un día.  Creo que ya no me conoce,  le pregunto y está vacía,  donde están los recuerdos,  que ha cosechado su vida.  Aún recuerda su nombre y a ese hombre que la mira, a veces sueña despierta, cuando la luciérnaga brilla.

LA TUVE, ERA MÍA  La tuve entre mis manos, en el holocausto de sus días, cuando la tristeza de sus ojos, amor a mí me pedía. Y la vi brillar, a pesar de su agonía, con sonrisa fresca, despertando cada día.  Y la cuidé... como ella merecía, apoyando sus triunfos,  valorando lo que hacía.  Y la tuve entre mis brazos, bailando su melodia, borrando su pasado, que es lo que más le dolía. Y así año tras año, la tuve, era mía, pero un ladrón se la llevó,  me robó lo que más quería. Sus manos blancas... sus abrazos...  sus ojos color miel, su sonrisa,  el aroma de su piel y su cara, cuando dormía. 

VINO DE OLVIDO Lléname el vaso, que hoy quiero olvidar, todo el amor que he entregado, a cambio de mi libertad. De mis sueños olvidados,  de mis ganas de volar,  de los años que he pasado y que no quiero recordar.  Vuelve a llenarlo, que hoy te voy a contar, todas esas historias, que mi alma quiere ocultar. Todos esos delirios, que a mí me hicieron  soñar, sin llegar a descubrirlos, por falta de libertad. Llena también el tuyo, que así podremos hablar, sin tapujos y sin orgullo, de lo que va a pasar. Voy a alzar el vuelo,  contigo a algún lugar y olvidar el pasado,  porque se que tú, me vas a ayudar.  Y así brindaremos,  una y otra vez más,  hasta caer rendidos,  entre la bravura del mar. 

ME HAN DICHO  Me han dicho que estas hecha,  de engaño y olvido, con profundas cicatrices, con frío y sin abrigo.  Que tus canas son de dolor,  de insultos y desafíos y entre tus arrugas escondes,  un amor no correspondido.  ©Montserrat García Pino

TE BUSQUÉ...  Te busqué... Entre los silencios de mi tempestad,  entre los suburvios de aquella gran ciudad,  entre las cenizas, de aquel viejo volcán.  Te busqué... Y caminé sin mirar atrás, con lágrimas en los ojos y no te pude encontrar.  Las calles acusaban tu ausencia, las miradas de indiferencia, los suspiros adormecidos, de una noche de incoherencia. Te busqué... Y el reloj marcaba las diez y con arrugas en la piel,  te busqué...  El viento me traía tu aroma,  con el olor de tu alcoba,  pero mis ojos seguían,  sin poderte ver.  Te busqué...  con el corazón herido y mis sueños aún dormidos,  blanqueaban mi sien.  Te busqué...  Sin saber que nunca te habías ido,  porque estabas escondido, entre los pliegues de mi piel. 

MARIPOSA SIN ALAS Ámame en el valle de las mariposas, en el bosque húmedo de su morada, donde las flores crece vigorosas, tras las primeras lluvias de temporada. Aquí... Donde los rayos de Sol se esconden,  bajo las altas copas de los árboles , donde el olor a musgo penetra, aquí... Solamente aquí, ámame...  Que yo desnudaré mi alma y la taparé con hojas secas,  ocultándome de las miradas,  de los ojos que no respetan.  Quiero sentirme flor, de una eterna primavera, cubierta de pétalos y mariposas de alas abiertas. Quiero sentirme viva y olvidarme de las flaquezas, acariciando los sueños,  que rondan en mi cabeza. 

NO ES ANGEL NI DEMONIO Sobre el suave satén de su piel, solo reposa una sabana, con dulce olor a miel, así es como duerme mi amada. Apenas se oye respirar,  su sonrisa depravada,  yo la miro a través del cristal y parece que tenga alas.  No es angel ni demonio,  es una mujer preparada,  para ofrecer todo el amor,  al que ella está acostumbrada.  Despierta abriendo sus ojos,  con una inocente mirada,  que parece que salga el sol,  de una eterna madrugada.  Me mira resplandeciente y me invita a entrar en su cama, y no hay lucura más grande, que dormir después de amarla. Somos dos cuerpos sudados, unidos por las miradas, rebosantes de placer, después de la gran batalla. No es angel ni demonio, tampoco es buena o mala, es el infinito cielo, que un día me robó el alma. 

BUSQUEMOS EL INVIERNO Acompáñame... Que la noche es oscura,  ven...  Que iremos a buscar un glaciar.  Agárrame de la mano, no me vaya a perder, que el invierno está lejos,  más allá del atardecer.  Cuéntame mientras volamos, como tiene que ser, ¿un invierno frío para poderme abrazar?  con las noches largas,  para poder gozar.  Sujétame por el ombligo, que así será más fácil volar, atravesemos las nubes,  hasta llegar al glaciar.  Allí siempre será invierno,  con nieve blanca,  blancas nubes,  y un paisaje que admirar Y desnúdame frente al fuego,  que así caliente me mantendrá,  sumida entre los deseos,  de nuestro despertar.  Allí seremos felices,  solos... Tú y yo nada más,  huyendo de las directrices,  que el mundo quiere marcar.  Cójeme de la mano,  apura... No pienses más y vamos en busca del invierno,  que el verano me hace sudar.