El caudal de las letras

TE EXTRAÑO.  Te extraño, porque tu nieve no está junto a mi mar y aunque tu luna y tus estrellas sean las mismas que las mías,  te extraño. Extraño el sonido del viento, el aroma de tu cuerpo, que me acercan a ti. Extraño la lluvia que mojó nuestros cuerpos, te extraño a ti. Y extraño tu risa, que contagia a la mía, extraño esa forma de vivir. Te extraño, igual que el mar a la arena, por eso vuelve con cada ola, vuelve tu hasta mí. Vuelve,  que tu alegría es la mía,  sin ti no he aprendido a vivir.  Te extraño, porque los minutos son horas y ya no se vivir sin ti. Te extraño,  porque tus besos son mios,  tus caricias sin vestido y tu manera de sentir.  Te extraño,  porque no hallo el aliento,  ese que perdí junto a ti. 

EXTRAÑO AMOR.  El frío pegado a la piel,  no he visto invierno más duro,  la calle cubierta de nieve  y las chimeneas hechando humo.  Los días alargan la noche,  la noche de suspiros oscuros,  donde viven esos recuerdos,  guardados entre mis muros.  Siento el frío en mis labios,  quizás estén muriendo,  tus besos eran el calor,  de todos mis inviernos.  Y no sé cómo he llegado aquí,  a este pozo profundo,  quizás deba morir  y marcharme de este mundo. Porque la vida sin ti,  me hace tanto daño,  que da igual vivir o morir,  así es este amor de extraño. 

LA CULPA SERÁ DEL VIENTO.  Ten cuidado si dejas la puerta abierta,  no son sueños lo que mi mente siente,  tampoco mi frialdad aparente,  impedirá que yo me cuele.  Ten cuidado si no lo sientes,  esa razón no me vale,  tus palabras me reconfortan  y voy rodando por el valle.  Sé escucha la música del viento  y mis ojos te miran contentos,  el agua refresca mi alma,  que va hirviendo por dentro.  Y si tu dejas la puerta abierta,  no impedirá que yo entre dentro,  tu alma es un pedazo de la mía,  al menos es lo que yo siento. Dos gotas de agua bailando,  de una lluvia en el desierto,  tu piel pegada a la mía,  sudando un deseo hambriento.  Y no te hablo de cualquier amor, si no de puro sentimiento, que instalado se quedó,  después de tu primer beso.  Dime si es verdad que me amas, dime que no es solo un cuento y desaparecerán las puertas, que se cierran con el viento. 

EL GLACIAR DE MI VERANO. Dejé de estar en ti y entre las dudas de tu tiempo, porque dejaste mis labios morir, quebrados por el viento. Dejé de ser tu amiga, dejé de ser tu aliento, dejé de ser el bálsamo, que alimentaba tu desconcierto. Y ya nada fue igual, los lunes eran grietas, de un espacio dimensional, donde los días clavaban espinas, que nadie podía quitar. El dolor me consumia, la nostalgia igual y no avanzaban los días, al no poderte desnudar. El frío cubrió mi verano y me vi inmersa en un glaciar, lo que daría por volver a tener tus manos y contigo caminar. Pero eso ya era pasado, tu en la luna, yo en marte, ya nada podía cambiar. Así que comencé a escribir, convirtiendo mi dolor en arte, porque era la única manera, de tenerte y abrazarte.