PORTADA Y PRÓLOGO DE PIEL DE MUSA

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Preparando el nacimiento de este nuevo libro, que te hará vivir momentos llenos de emociones.

PROLOGO
PIEL DE MUSA.
Me di cuenta, de que si tenía tu piel, podía escribir. Escribir poemas sobre tu cuerpo, sobre tu espalda y hasta en tu alma. Y escribí letras, palabras e ideas que venían a mi cabeza, siendo cómplice de un deseo imaginario. Y eso son las musas, a veces reales, otras en sueños. Musas que anidan en mis pensamientos nocturnos, justo antes de dormir. Donde habita el poeta que llevo dentro y que recrea historias, no siempre mías, pero mias, porque es con mis letras que llegan a formar cada verso, cada poema, cada libro. Piel de musa, porque es tu piel la que da forma a esta maravillosa terapia que es escribir, ventanas que me hacen vivir sin haber vivido, que me hacen soñar despierta. Ventanas por donde circula el aire que respiro. Piel de musa, porque es a ti, amigo lector a quien escribo.

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NO LE DIGAS A NADIE...

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Déjame ser tu pecado, la que llene de suspiros tu corazón,  déjame que ponga mis labios,  sobre los tuyos, en un rincón.  Y no le digas a nadie, que fuiste mío, es un secreto entre los dos, a mí me dan escalofríos, cada vez que recuerdo tu pasión. Y si quieres..., nos vemos, allí donde tú y yo sabemos, donde solo se escucha, tu corazón. Dónde los gemidos se ocultan entre las piedras, vino, queso y besos de amor. Solamente pídele a mis labios, que se acerquen a los tuyos y con la boca abierta,  beba de tu pasión.  Que mis ojos se queden abiertos,  mientras me haces el amor y mis manos devore en tu cuerpo,  en nuestra casa, solos tú y yo.  Pero no le digas a nadie,  que fuiste mío y yo tuya,  no le digas a nadie,  que vivimos dentro, de una fantasía.
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CARTA DE DESPEDIDA

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CARTA DE DESPEDIDA. Hoy te escribo una carta, con letras de despedida, espero que no te enojes, pero ya estoy decidida. La dejo sobre nuestra cama, esa que fue tuya y mía, donde me diste tanto amor, donde la noche era vida. Y me despido de tus ojos, de tu mirada lasciva, de tus labios de pecado y de esas manos que eran mías. Del sueño enamorado, que despierta me tenía, de los versos del pasado, que eran pura poesía. Pero hoy he decidido marcharme, solo di que fue culpa mía, que un amor como el tuyo, nadie me entregaría. No te escudes en el odio, ni en la melancolía, no vivas de los recuerdos y abraza al nuevo día. Hoy te escribo esta carta, por pura cobardía, porque no hay motivo alguno, para mí partida.
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