LA CAJITA DE MÚSICA

Recuerdo aquel día como algo excitante. La tarde caía sobre unas nubes que amenazaban lluvia y los planes, a pesar de todo, seguían adelante. Estuvimos largo rato esperando a los demás; hablando y divagando, sobre que haríamos si no pudiéramos entrar. Por fin apareció el coche por la rotonda.
Tres personas se bajaron, todas desconocidas para mí. Minerva hizo las presentaciones...
-Mariona, esta es Claudia, Claudia, Mariona.- Nos saludamos brevemente y continuamos...
-Hola Mariona, yo soy Gliss y este morenazo de aquí es mi novio Gustavo.-
-Encantada.- La verdad es que era tremendo el morenazo, labios gruesos, carnosos, alto y musculoso.
Después de hablar durante un buen rato, sobre las curiosidades de esta afición nuestra, Gustavo irrumpió diciendo...
-Creo que se nos hará de noche y estos lugares si no los conoces bien son algo peligrosos. ¿Que tal si nos colamos ya?-
Colarnos, eso era lo más excitante para mí. No se disfruta igual si tienes permiso, o si el lugar está tan reventado que a nadie le importa si entras.
Comenzamos a caminar con las mochilas en la espalda, hacia esas ruinas tan singulares, la Colonia Can Bros.
Caminamos unos trescientos metros entre campo y cañaveral. Hasta llegar a la parte trasera de la iglesia. Por suerte un trozo de la valla estaba caído. Subimos por el pequeño muro y caminamos unos metro por encima de un lavadero.
Ya estábamos dentro

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