El caudal de las letras

LA FANTASÍA DE SOÑAR. La mañana me atrapó en los sueños, sin ropa bajo las sabanas, acurrucada sobre tu cuerpo, apoyada sobre tu espalda. Y viajaba en un barco velero, peleando entre las aguas, perdida en un desierto,  de arena totalmente salada.  Los delfines me acompañaban,  volando sobre la arena, las gaviotas nadaban,   acompañando mi galera.  A lo lejos se oía,  un búho chuchear y los camellos que corrían,  me hicieron naufragar.  Desperté agitada,  sacudida por esa mar,  que como en un reloj de arena,  me quería tragar.  Abracé tu cuerpo desnudo,  que me devolvió al lugar,  donde la fantasía de los sueños,  quedaba simplemente atrás. 

VOLVER A SOÑAR.  Agarrada a la cintura de tus miedos, bailando de puntillas este amor, perdida entre el susurro del viento, deshojando pétalos de una flor. Gritando al infinito tu nombre,  esperando al tren que nunca pasó,  buceando en un océano de sensaciones, con el miedo que da la pasión.  Y así de loco es este amor,  que baila entre la niebla,  oculto en cualquier rincón,  de esas miradas que hielan.  Que rompen castillos de arena, creados con la ilusión, navegando mar adentro, sin importar la razón. Y hoy vuelve a salir el sol, encendiendo todo ese fuego, que un día sin quererlo,  nos llenó de ilusión. 

UNA FINA LÍNEA.  Dibujaste una fina línea, entre tú y yo, entre tú cuerpo y el mío, entre los dos. Y el cielo se convirtió en noche, cosas del amor, no temas, no traspasaré tu nombre, sobre eso no sientas temor. Solo quiero que atiendas, a ese dolor, que va ahogando mi cuerpo, más allá de la razón. No quiero ser títere, en esta relación, sino algo importante, de un bello amor.  Da igual la distancia,  que esta línea marcó,  porque yo seré parte de tu vida,  lo quieras tú, o no. 

NADIE SUPO AMARTE.  Cuando dejaste tu ropa caer,  hallé el refugio de mi carne,  cuando me perdí en tu piel,  sentí que no quería encontrarme.  El aroma que desprendía tu ser,  era el celo de mi hambre y en ese momento vi,  que ya nada podía pararme.  Mis manos acariciaron tu tez, tus labios temblaron cobardes,  mis ojos miraron los tuyos y sentí que debía amarte. La mágia se dejó vencer, en aquel oscuro paraje,  donde desnudaste tu piel, oculto de las miradas de nadie.  Las flores enmudecieron tal vez,  los sonidos, un coro de ángeles,  las caricias las puso el viento y las estrellas eran diamantes.  Cuando acaricié tu piel, supe que no eras de nadie, por el temblor que sentí, cuando quisiste hablarme.  Y ahora comprendo mujer,  por cómo tu piel arde,  que nadie te dio amor,  que como yo, nadie supo amarte.

NO PERMITAS QUE ME VAYA. Si tú me dejas,  pintaremos un cuadro,  con sonidos ocultos sobre papel.  Si tu me dejas,  bailaremos desnudos,  rozándonos la piel.  Si tú quieres,  el cielo será siempre azul, si lo deseas,  mi cuerpo estará donde estés tú.  Solo tienes que dejarme, que acompañe tus recuerdos, que viaje junto a ti,  dentro de tus sueños.  Que ilumine tu camino,  cuando llegue el invierno y que abrigue tu cuerpo desnudo con el mío.  Si tú me dejas,  seré la sombra que te acompañe,  el viento que mueva tu cabello,  la sonrisa que sale de tus labios, tu firmamento. Solo mírame,  no hace falta que pronuncies palabra, solo miraré a tus ojos, porque ellos me hablan. Dicen a través de su sonrisa,  que no quieres que me vaya,  que me quede acurrucada en tu ombligo,  hasta que llegue el alba.  Todo eso,  sin pronunciar palabra,  así que déjame estar a tu lado,  no permitas que me vaya. Déjame descubrir,  el océano de tu  cuerpo,  emergiendo de la arena, salada.