La guerra de mí hambre.
ya no habrá batalla ni duelo,
solo el desconsuelo del aire,
esperando escuchar te quiero.
Te quiero...
como no he querido a nadie,
como el sabor del veneno,
inyectado en mi sangre.
Como el sonido del silencio,
que vaga por los rincones,
como un corazón abierto,
añorando emociones.
Y cuando acabe la guerra,
esa que es solo mía,
ya no habrá quien consuele,
el dolor de mis días.
Porque el amor de tu cuerpo,
dejará la estancia fria
y el olor del recuerdo,
olvidado por las esquinas.
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