Déjame ser tu pecado, la que llene de suspiros tu corazón, déjame que ponga mis labios, sobre los tuyos, en un rincón. Y no le digas a nadie, que fuiste mío, es un secreto entre los dos, a mí me dan escalofríos, cada vez que recuerdo tu pasión. Y si quieres..., nos vemos, allí donde tú y yo sabemos, donde solo se escucha, tu corazón. Dónde los gemidos se ocultan entre las piedras, vino, queso y besos de amor. Solamente pídele a mis labios, que se acerquen a los tuyos y con la boca abierta, beba de tu pasión. Que mis ojos se queden abiertos, mientras me haces el amor y mis manos devore en tu cuerpo, en nuestra casa, solos tú y yo. Pero no le digas a nadie, que fuiste mío y yo tuya, no le digas a nadie, que vivimos dentro, de una fantasía.
POZO DE LOS DESEOS En el pozo del deseo de tus labios, caen mis besos tropezando, ardientes entre dientes, lengua sedienta de tus manos. De tus besos acaramelados, ¡ay! muchacho... cuando sueños derramados sobre el asfalto. Perdidos en los pensamientos, del sueño de tus labios, van brotando algo hambrientos, besos de otros lados. Bocas de mentiras, que bailan sobre el tejado, donde los gorriones cantan, que lo nuestro es pecado. Pero yo digo que es mentira, que nuestro amor es sagrado, construido de la desidia, de quienes caminan a nuestro lado. En el pozo... cuántas veces has soñado, con cambiar algunas cosas, que pertenecen al pasado.
Y DESPUÉS... Y después de tantos días, solo el recuerdo de tu nombre rompe mi rutina, las agujas del reloj siguen mudas y no dejo de soñar. Duerme... Y espera a que todo pase, vive del antojo de los sueños, del recuerdo, de los enojos. De las vivencias vencidas, en la ira de tus días, de los versos escritos, en las noches frías. Pero vive... que lo nuestro puede esperar, aunque la virulencia de tu ausencia me quiera destrozar. Yo puedo amarte en la distancia, entre el abismo del siniestro motivo, que separa... nuestro despertar.
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