La guerra de mí hambre.
Cuando la guerra de mi hambre acabe, ya no habrá batalla ni duelo, solo el desconsuelo del aire, esperando escuchar te quiero. Te quiero... como no he querido a nadie, como el sabor del veneno, inyectado en mi sangre. Como el sonido del silencio, que vaga por los rincones, como un corazón abierto, añorando emociones. Y cuando acabe la guerra, esa que es solo mía, ya no habrá quien consuele, el dolor de mis días. Porque el amor de tu cuerpo, dejará la estancia fria y el olor del recuerdo, olvidado por las esquinas.