LAS CONFESIONES DE SARA BRAUN.
El reflejo de mi cuerpo se veía a través del espejo. Sentada frente a la ventana semi desnuda, con una venda en los ojos. El visillo me acariciaba con cada embestida de aire de la calle. Cada vez que me rozaba la piel, un estímulo recorría mi médula. Me sentía como una bailarina de ballet, haciendo piruetas imaginarias. Sentí un leve calor en mi nuca y algo tierno me rozó, fueron sus labios con un sedoso beso. Después sus manos, acercándose peligrosamente a mis nalgas... Sentí su olor y acaricié su pelo. Bajé por el cuello de su camisa, desabrochando cada botón, hasta notar su pecho desnudo. Apoyé mi cara en él sintiendo el latido de su corazón. Nada podía frenar ese deseo contenido que se respiraba. El silencio acentuaba el sonido de sus labios en mi piel. Y por fin me liberó de la venda, pude ver sus ojos, llenos de deseo, su sonrisa a medias. Su piel morena. Me cogió de las manos para que me levantara de la silla y me cogió en brazos dejándome caer suavemente sobre la cama.